viernes, 30 de noviembre de 2012


Constante o inconstante conozco 
la voz de la laguna, 
templada o fría, 
cuando silba en primavera 
o solloza en otoño. 






Sé lo que pide y cómo lo pide 
porque las aguas reconocemos 
un cierto lenguaje con jurisdicciones 
comunes. 
Hay mujeres y hombres de tierra 
que no entienden lo húmedo, 
porque el fluido se escapa en variaciones 
complejas 
-eso piensan,  y se equivocan-. 
El agua ocupa la mayor parte del mundo 
y fluye como fluye la vida, 
a ritmos,  como el tiempo, 
como marcan los besos, 
la caricia, 
como baila el niño la peonza 
o el pecho se estremece 
con el abrazo. 
No hay nada más hermoso 
que contemplar el río y su cadencia 
fuera y dentro,  siempre inquieto, 
ni nada hay más sencillo. 



Nená de la Torriente

-Tú también puedes-

Siempre hay luz al final de toda escalera, 
luz detrás de las cerraduras, 
luz al doblar una esquina, 
luz al abrir bien los ojos 
aún siendo a oscuras, una diminuta luz 
que nos hace distinguir las sombras. 
Yo he encontrado esa luz. 
Tengo esa luz guardada en el bolsillo 
y hace que me sienta bien. 
Lo que tenga que venir no me importa, 
ni como quiera llegar, 
ni con qué fuerza quiera morder, 
ni de qué modo se acerque,  o 
si decide algún mal volver a tomarme el pulso. 
Sólo tengo que meter la mano en el bolsillo 
y sujetarla un momento,  saber que está, 
y todo lo demás es historia. 



Nená de la Torriente

Homicidas de la fe. 
Personas cargadas de capas de piel 
que hablan de llaneza 
y en cada dos bocanadas alaban 
al corazón como su equivalencia. 




Quien tiene corazón no alardea 
de poseerlo,  ni el llano se jacta 
de su de franqueza. 
Terminan matándonos la fe 
a los que estamos en la cuerda floja, 
a los malheridos, 
a los magullados, 
a los de los ojos tendidos, 
a los del corazón derrumbado, 
a los que empiezan, 
a los que se dan otra oportunidad. 



Nená de la Torriente

jueves, 29 de noviembre de 2012


He dormido 
con el dulce sabor en los labios 
del niño que duerme, 
inocente brote. 
La noche me deja dormir 
como me deja dormir el día. 
No me acostumbro a esta generosidad 
y no sé cómo agradecerla. 
Apoyo mi cabeza y nace el sueño 
con la naturalidad de las cosas buenas, 
como una sonrisa sana 
se perfila en la boca sin ningún motivo 
trascendente,  y te abre la puerta a una 
dicha que sí lo es. 
Los meses de insomnio cerraron filas, 
no sé el motivo, 
como si un hado bueno 
me hubiera estado protegiendo 
de una batalla que ignoro. 
Hoy amanecí sonriendo como si llevase 
un siglo dormida 
y no tuviera pasado. 
Y quién sabe si mucha parte 
nunca haya existido. 

-Que nadie venga
a molestarme,  por favor-


Nená de la Torriente

Todo jugador arriesga demasiado, 
sabe que lo hace,  pero lo olvida. 
Puede llegar otro que envide  más alto 
y gane la partida. 
Una lógica consecuencia del juego. 


Cuando la vida es juego constante 
terminas perdiendo perspectiva. 
Te conviertes en un personaje 
que has forjado en torno a ti. 
La asechanza trastorna el espíritu 
y desgraciadamente acaba alterando el cuerpo. 



Nená de la Torriente

Cada vez que pasas por un puente roto
se resquebraja más,
una pequeña grieta en alguna parte
de su muro habla.
Las personas somos puentes, 
auténticas trazos de caminos. 
Vías de paso para muchas cosas. 
Por nosotros cruzan palabras,  ideas, 
sentimientos,  otros humanos para irse 
inevitablemente hacia otro lugar. 
En nosotros quedan todas esas huellas, 
como en los puentes el paso de todo lo 
que atraviesa en cualquier sentido. 
Pero cuando ese puente esta roto, 
cada grieta le habla.


  
Nená de la Torriente

miércoles, 28 de noviembre de 2012


Por cada milímetro de voz 
como una costurera,  un poema. 
Nada de versos, 
que se queden descosidos en los 
bajos de tu pantalón. 
Yo soy esa. 
Nunca he sido una margarita 
ni un tizón que ardió de madrugada 
y quedó apagado en ceniza. 


Siempre ardo, 
como el grafito que escribe sin parar 
buscando el dueño de la voz que le dicta, 
sin otro afán que decirle hola. 
No tengo ambición y tú lo sabes,  y 
me da de patadas las bobadas que de mesa 
en mesa vayan sirviendo 
como viandas blancas, 
que no las miraré, 
sólo veré tus ojos,  dos puntos huecos 
en una diana sin dardos. 
No voy a estar más cerca 
ni más lejos. 
Creo que ser Cenicienta,  por una vez, 
me sienta bien. 


Nená de la Torriente

-Almas-  



Soy tantas veces tú 
que me trastornas, 
hasta en tu ebriedad padezco la nausea primera. 
Tu malestar es mío,  tu gozo llega antes a mi sexo. 
Te destierro y vuelves,  no se cómo lo haces, 
como un hermano gemelo inconsciente 
del poder que ejerce. 
Eres una mochila viva,  un corazón cosido al mío 
que despertó así una mañana sin pedir permiso. 
A veces te miro de reojo y te digo 
¡lárgate de aquí! 
Pero es inútil estamos unidos 
y eso no puede separarlo nadie, 
ni una manada de agrias con alfileres por uñas. 
Acéptalo. 
A mí me ha costado,  pero he tenido que rendirme. 



Nená de la Torriente

martes, 27 de noviembre de 2012


-A Tom-

Cada día retrataba una flor distinta, 
una hoja,  un lápiz en el pelo de su hija. 
El dorado prendido en el quiebro de 
una nube, 
el rizo en la cana de una ola. 
Sus lienzos fueron siendo sus hijos, 
para pasar a ser sus nietos y éstos sus 
amigos o enemigos las tardes 
que bebía demasiado. 
Todo estaba ahí,  en sus telas,  hasta el dolor 
más profundo. 
Otro mundo desaparecía a sus espaldas, 
poco a poco,  entre siseos, 
hasta que perdió 
la consciencia. 



Nená de la Torriente

-El del KIMONO tiene familia-


Que el pulso suba o baje,  se detenga, 
se crispe en picos como Wall Street. 
Qué más da hacer preguntas, 
anunciar prudencias si vamos a vivir 
sólo dos días. 
Todo lo metemos en cajas. 





¿Es amor,  no es amor, 
es capricho,  es helado de vainilla, 
es mi tía haciendo punto,  o 
en realidad es ganchillo eso que 
cruza incesante entre sus dedos torcidos? 
Sujeta de la cintura a la vida 
o gánala por una manga,  si te detienes 
te patea el extremo más mullido 
una y otra vez. 
¿Debí o no debí, 
quizá era,  hice lo que intuía? 
Los sentimientos no son razonables, 
de ahí que con los juicios anden siempre 
entre litigios. 



Nená de la Torriente

Perdóname 
si hoy olvido quién soy o cómo me visto. 
Si es que alguna vez supe quién era, 
y me importó si las etiquetas iban 
por dentro o por fuera del vestido.  

Perdóname que hoy no me sienta el 
regazo del mundo, 
que es de ese modo 
como siempre me he sentido. 

Perdóname 
si hoy me permito,  deserto a la idea 
de ser la que busque el cobijo, 
la ayuda,  la tibieza,  el buen abrigo. 
La mendiga más malhadada, 
el débil susurro 
que busca 
atormentado 
un oído. 

  

Nená de la Torriente

lunes, 26 de noviembre de 2012


Sonríe cuando piensa qué hubiera sido de 
dos cuerpos al antojo de una sola margarita, 
de vientre a vientre como única linde 
en la oscuridad de una cueva. 

Después lo saca de su mente a empujones, 
aunque siempre vuelva. 




Bebe vertiendo el vino en la acequia de su pecho 
y nunca olvida descorchar la botella 
llamando al vacío, 
para celebrarse mujer y ser humano, 
y de nuevo y mil veces
vendida. 



Nená de la Torriente

-NO A TODA CHICA LE GUSTA EL CHICO MALO-


Tú reduces todo a malos y buenos, 
blancos y negros como fichas de ajedrez. 
Yo soy mayor que tú, 
conozco los grises. 
Quizá sea eso en lo único que te envidio, 
cortas el pan por la mitad y te olvidas. 
Yo prefiero un ángel pequeño, 
un poco imperfecto,  con sonrisa ancha, 
con alguna debilidad pero celeste. 
Que no dé mucho la lata pero que sea intrépido, 
lo justo de pillo pero sin veneno. 
Un es que no es,  siendo un ángel. 
Un es que no es,  siendo un hombre, 
y ese es un tono de gris imposible. 
  


Nená de la Torriente



El sol se levantó esta mañana 
con el gabán del celaje 
y sentí cómo escapaba hacia 
caminos de légamo, 
abismos de lo íntimo. 




Perdí la mirada en un cielo 
enamorado de sí mismo 
y noté este miedo a la vida 
y estas manías tan llenas. 
Dejé marcado un beso en el cristal 
de mi ventana, 
para un galán que no existe, 
como el borrador de un poema, 
ese que jamás he tenido, 
porque nada se pasa a limpio. 
Sólo se escribe, 
sólo se ama. 


Nená de la Torriente

domingo, 25 de noviembre de 2012


-A los cansinos-
 
Hay personas aburridas, 
muy aburridas, 
terriblemente aburridas. 
No son personas grises, 
son soporíferas, tediosas, 
sus sombras parecen interminables, 
se alargan más allá de las esquinas 
que ves a lo lejos, 
las mismas que quisieras doblar 
para escapar de ellos. 
No es que sean unos ‘sin sangre’, 
pueden ser nerviosos,  incluso activos, 
con algún tic en el ojo,  pero su parlamento 
o su actitud ante las cosas 
es tan previsible,  tan presumible, 
tan sumable,  tan inapetente al frenesí 
y a la curiosidad exaltada, 
que una vez iniciada la disertación 
te asalta la modorra indiscriminada, 
incorregible e ineducada. 
Y si haces muestras de valor 
y aguantas como un clavo la embestida, 
tu cuerpo se queda aquejado del trastorno 
del prófugo,  que está pero no está, 
y no sabe decir exactamente dónde ha estado.



Nená de la Torriente
-TÉ CON AMAPOLAS- 



Invierno y tú en mi taza de té. 
Las escaleras protestan 
porque ya no vienes a verme, 
no sienten tu huella cada tres peldaños. 
No se cuela el viento por la puerta 
volcándose en pirueta helada, 
ni se arremolinan las hojas en el portal. 
Y tú aquí,  dentro de una taza, 
pidiéndome té a todas horas, 
y por más que vierto la tetera 
salen pétalos de amapola, 
y tú te ríes 
y yo también. 



Nená de la Torriente

sábado, 24 de noviembre de 2012


No temo. 
La voz en los sueños 
no siempre es seráfica, 
ni el placer de los colores 
es verdadero placer. 
El costal carga con cosas que 
has arrojado y clandestinamente 
vuelven a ocupar el mismo lugar. 
Con los años pierdes ganas 
pero no fuerza. 
Fuerza y ganas son distintas. 
Que conocer mide campos 
por su naturaleza exacta 
y varía el apetito, 
pero la fuerza es el codo de la inocencia 
que no se despliega y nunca cambia, 
alojándose en el aleteo constante 
de las pestañas. 



Nená de la Torriente

Mañana vendrá el clon de las verdades 
a revelar aquellas que nunca se dijeron 
y no las celebraremos 
con el entusiasmo exigido, 
porque su cumpleaños pasó. 





Todo tiene su momento y su estado, 
de alegría o de recogimiento,  
y robar coyunturas,  oportunidades, 
es arrancarnos hojas de calendarios 
y no existen las hojas poco importantes. 

Mañana vendrá el clon de las mentiras 
a revelar las que nunca se dijeron 
y no podremos rectificar nada, 
porque el tiempo pasó. 
Y hurtar horas y días y meses y años 
es arrancar vida y luz que se escapa 
eso 
sí 
que 
es 
malversar. 




Nená de la Torriente

Se desmorecen las flores 
cuando ella pasa silbando, 
que saben que va al lago 
a hundirse con las algas dulces 
y los peces ciegos. 
No han visto nada más bello, 
nada que se sienta más ajeno 
a esta vida, 
y que esté resuelto a irse. 
Los tallos de las hierbas tiran 
de sus talones para retenerla, 
las raíces se interponen,  las ramas, 
con ayuda del viento,  golpean su pecho, 
la demandan para que no se mueva. 
Lo que ella ignora 
es que  pertenece a todo lo 
que supone que es ajena, 
que es parte de todo ese mundo 
complicado y hermoso. 



Nená de la Torriente

viernes, 23 de noviembre de 2012


Me sirvan unen cuanto que de primero, 
de segundo un ‘en tanto en cuanto
y de postre un ‘me vengo a referir’
Quiero sentirme ligera,  liviana como 
una péndola con una gota de tinta. 
Intentaré llegar hasta el pomo de la vidriera 
para colarme por una rendija 
como las palabras sueltas. 




Nená de la Torriente