-Almas-
Soy
tantas veces tú
que
me trastornas,
hasta
en tu ebriedad padezco la nausea primera.
Tu
malestar es mío, tu gozo llega antes a mi sexo.
Te
destierro y vuelves, no se cómo lo haces,
como
un hermano gemelo inconsciente
del
poder que ejerce.
Eres
una mochila viva, un corazón cosido al mío
que
despertó así una mañana sin pedir permiso.
A
veces te miro de reojo y te digo
¡lárgate
de aquí!
Pero
es inútil estamos unidos
y
eso no puede separarlo nadie,
ni
una manada de agrias con alfileres por uñas.
Acéptalo.
A
mí me ha costado, pero he tenido que rendirme.
Nená de la Torriente