Ella
bailaba como segaba,
su
hermana bailaba con el gesto
de
quien recoge huevos de gallina,
su
prima bailaba como lavaba
en
el río,
su
sobrina bailaba como corretea
el
jato en un monte escorado,
la
música era siempre la misma.
La
romería a las ocho,
el
olor de los churros desde las seis
y
media,
las
campanas todo el día.
Pantalones
cortos, pantalones largos,
puros, pipas humeantes y ducados.
Mucha
mistela y sangría de barreño.
Gritos
de carreras, niños con mocos,
faldas
vaporosas, carmín en los labios.
Cotillas, chismosos, entrometidos
aprietan
el aire de las parejas.
Un, dos, tres, y te piso,
dos risotadas,
un
beso.
Nená de la Torriente