Creo
que hoy puedo ser el ser humano
más
triste del mundo
y
Neruda era un aprendiz.
No
busco la noche para refugiarme en ella
que
empiezo el día con el calvario más profundo
y
Neruda era un aprendiz.
No
hay un lugar de esta tierra que ocupa mi cuerpo
que
no sienta la pena más incompresible.
El
abatimiento asfixiante y demoledor
que
paraliza mis dedos,
mi
garganta,
detiene
el pulso, lo lanza,
lo
disloca en picos fuera del pecho
para
verlo desaparecer.
Me
llena los ojos de océanos y no me deja abrirlos
hasta
que el dolor los quiebra.
Neruda
era un aprendiz.
Nená de la Torriente