viernes, 9 de noviembre de 2012


Creo que hoy puedo ser el ser humano 
más triste del mundo 
y Neruda era un aprendiz. 
No busco la noche para refugiarme en ella 
que empiezo el día con el calvario más profundo 
y Neruda era un aprendiz. 
No hay un lugar de esta tierra que ocupa mi cuerpo 
que no sienta la pena más incompresible. 
El abatimiento asfixiante y demoledor 
que paraliza mis dedos, 
mi garganta, 
detiene el pulso,  lo lanza, 
lo disloca en picos fuera del pecho 
para verlo desaparecer. 
Me llena los ojos de océanos y no me deja abrirlos 
hasta que el dolor los quiebra. 
Neruda era un aprendiz. 



Nená de la Torriente