Tu
humanidad es mi narcótico.
Cuando
la sacas a pasear
y
crees que apenas luce si va contigo,
es
tu acto más revolucionario.
Yo
no creo en las banderas, ni
en
los números cosidos a letras,
ni
en nada que se organice con
grupos
políticos achuchando.
No nací para estar en grupo, sí para
defender
al grupo, pero eso es una
larga
y aburrida historia.
Cuando
las gaviotas hacen círculos
en
los patios de los colegios
cerca
de la costa,
esperan
los restos de pan
que
los niños dejan;
así
los compañeros de tus compañeros
hacen
círculos alrededor tuyo,
esperando
que tu sombra deje restos
que
ellos tomen para su causa.
Y
a mí lo único que me importa
es
tu humanidad, que es mi droga,
como
la humanidad del resto,
pero
eso a nadie le importa.
Es mejor venderse a uno mismo
que
venderse a una idea.
Nená de la Torriente