y
ya no sabes cómo llamarlas,
y
buscas uñas con menos tierra
que
las tuyas y corazones con
más
hambruna, sólo ves burbujas,
enormes
pompas de nada.
No
sabes si es que te has equivocado
de
estación, o has despertado de pronto
de
un 'Érase una vez’ que no recuerdas,
pero
todo te resulta desconcertante y
frívolo.
Miras
hacia atrás, y el terreno está arrendado,
y
hacia delante la huerta que se extiende
ante tus ojos, no sólo no es tuya,
sino
que sus hortalizas son defectuosas o quizá
sólo
anómalas.
No
perteneces a ningún lugar, sólo puedes
segur
caminando.