He
dormido
con
el dulce sabor en los labios
del
niño que duerme,
inocente
brote.
La
noche me deja dormir
como
me deja dormir el día.
No
me acostumbro a esta generosidad
y
no sé cómo agradecerla.
Apoyo
mi cabeza y nace el sueño
con
la naturalidad de las cosas buenas,
como
una sonrisa sana
se
perfila en la boca sin ningún motivo
trascendente, y te abre la puerta a una
dicha
que sí lo es.
Los
meses de insomnio cerraron filas,
no
sé el motivo,
como
si un hado bueno
me
hubiera estado protegiendo
de
una batalla que ignoro.
Hoy
amanecí sonriendo como si llevase
un
siglo dormida
y
no tuviera pasado.
Y
quién sabe si mucha parte
nunca haya existido.
-Que nadie venga
a molestarme, por
favor-
Nená de la Torriente