jueves, 29 de noviembre de 2012


He dormido 
con el dulce sabor en los labios 
del niño que duerme, 
inocente brote. 
La noche me deja dormir 
como me deja dormir el día. 
No me acostumbro a esta generosidad 
y no sé cómo agradecerla. 
Apoyo mi cabeza y nace el sueño 
con la naturalidad de las cosas buenas, 
como una sonrisa sana 
se perfila en la boca sin ningún motivo 
trascendente,  y te abre la puerta a una 
dicha que sí lo es. 
Los meses de insomnio cerraron filas, 
no sé el motivo, 
como si un hado bueno 
me hubiera estado protegiendo 
de una batalla que ignoro. 
Hoy amanecí sonriendo como si llevase 
un siglo dormida 
y no tuviera pasado. 
Y quién sabe si mucha parte 
nunca haya existido. 

-Que nadie venga
a molestarme,  por favor-


Nená de la Torriente