jueves, 8 de noviembre de 2012




No voy a parar de escribir 
porque lo digas tú,  ni tú,  ni tú, 
y dudo mucho que el diablo pueda 
bajo tierra callarme la boca cuando 
no la mano, 
para que siga escribiendo en las 
cortezas de los árboles, 
¡y qué,  si mis ripios no acentúan 
ni dictan palabras soberbias! 
¡Quiero que lleguen a ti 
y se mezclen con tu sangre! 
¡Quiero engendrarte,  sí! 
Sólo quiero darte este poco de amor 
que aún me queda. 



Nená de la Torriente