Si
cierras los ojos
puedes
ver el cruce de las Ánimas
entre
Liérganes y Pámanes.
Sentir
como la niebla colma la punta de tus dedos
invitando
a tu mano a sujetarla.
Respira, huele a la humedad de la piedra
y
al verde segado,
a
siglos de historia que el hombre renueva
ensanchando
vías.
Así
son los recuerdos, el vapor de algo que pasa,
el
verdín de una piedra que se apartó
para
construir una casa,
el
olor de la canela que se consumió un martes
en
un delicioso arroz con leche.
Ya
no están, pero sí en algún lugar de tu mente
esperando a ser rescatados,
o
cubiertos por una fina capa de blonda.
Pero
cuando quieres olvidar
empujas
tanto que te llevas muchas más capas
en tu empeño,
como
el que corta tallos buenos con malas hierbas,
y
penosamente vas perdiendo joyas
de
tu magnífica riqueza.
Nená de la Torriente