Rezas
a un dios insatisfecho
en
una línea de vértigo absoluto.
Vas
desastrado.
Se
te traba la lengua, te tocas en exceso
el
cabello, tus nervios son tus manos,
tus
pies podrían darte volteretas,
y
aún así eres la criatura más adorable
que
he visto.
No
te vendas a firmezas que no tienes,
ni
a sonrisas impostadas,
ni
a ese si pero no, soy lo más y soy lo menos.
Versos finados, un par de blasfemias,
aquí me siento, dos
segundos, me levanto.
Ya
sé que no sabes quién eres, y qué más da
darles lo que quieren que seas,
pero
no da igual, créeme.
¿Que por qué?
Tampoco
sé quién soy pero me tengo,
y
he perdido mucho tiempo en esas cosas.
Nená de la Torriente