martes, 13 de noviembre de 2012


Velar el mundo desde un cristal roto. 
¿Qué dejar escapar,  qué no? 
Cada azul,  un escala, una nota, 
el tiempo que vuela de un dedo a otro, 
el beso generoso de una madre a su vástago. 




El graznido de las gaviotas, 
la linde del mar y la costa. 
El ruido de neumáticos,  la frontera. 
¿Dónde esconder las respuestas, 
las desventajas para el genio? 
El sacrifico está servido en la propia 
naturaleza. 
¿Y ahora qué hacer con todo? 
Darles libertad ¿aunque se destruyan? 
Aunque se derribe todo lo que ya está hecho. 
Es todo suyo,  que se reinventen de nuevo. 
-No habrá acto mayor de amor,  pensó- 




Nená de la Toriente