viernes, 2 de noviembre de 2012

-Hipo nocturno-















Hay lamebombillas y comebombillas
unos y otros anhelan la luz 
y ambos se equivocan en la vía 
de su captura y conquista. 
Siempre merodeando los grupos, 
creyéndose que los capitanean  y 
firmando con su nombre y ocupación. 

Las bombillas son brillantes 
por condición,  pero poco constantes, 
necesitan sus tiempos,  sus recargas lógicas 
y sus cuotas de adulación. 
Con el tiempo su luz amarillea, 
es inevitable. 

La luz,  en sí misma,  no vive en recintos, 
no conoce grupos y suele estar condenada 
al ostracismo por todo lo que lleve nombre 
en plural. 
Es admirada y detestada por muchos motivos, 
entre otros 
su extraordinaria fuerza y la invidencia 
que provoca si se la mira mucho tiempo. 

Por eso proliferan tanto las bombillas 
y su abundante cohorte de perseguidores,
pues son mucho más débiles e incapaces 
de provocar ninguna ceguera. 




Nená de la Torriente