miércoles, 21 de noviembre de 2012

-El genio artístico-

No aplaudo la palabra redonda, 
me inclino ante su dardo. 
Que la belleza en sí la contemple el estático 
y que la atesore el bibliotecario. 
Dame esa otra que no deja de estar en movimiento, 
como las crines del caballo salvaje. 
Admito que la maravilla de lo hermoso 
me azota el alma y sólo eso, 
pero si lo hermoso consigue que mueva el cuerpo 
es más que arte, 
es para mí la auténtica culminación del mismo.  
No me subyugan los versos terminantes, 
pluscuamperfectos, 
sólo me inclino ante la bala que me estalla dentro 
hasta causarme el desvarío. 




Nená de la Torriente