jueves, 15 de noviembre de 2012


Qué lejos estoy de casa, 
tanto que no sé qué significado tiene. 
Si yo fuera casa,  olería a vacío. 
Necesito una que tenga paredes y un fogón, 
las sensaciones de calidez y abrigo 
que guardan las estancias, aunque 
fuera sólo una. 




Verse a la intemperie cada día 
encoge el corazón y acorrala los días 
como mariposas mortecinas, 
sin apenas aleteo. 
No busco invadir la casa de nadie, 
no sabría ser convidada, 
soy demasiado mía,  y llevo una mochila 
de soledades desde hace mucho. 
No me quejo,  que sonrío con el olor 
de las naranjas y la canela, 
y a veces lloro si el amanecer mezcla 
varios tonos de malva, rosa y pajizo. 
Aunque sí extraño ese fogón amable, 
que me regale la grata sensación 
de estar totalmente a salvo. 



Nená de la Torriente