Siempre
escampa.
Los
celajes brunos que amenazan
con envolvernos
como una garra,
se
deshacen con el viento
o
como agua, en torrenciales
aguaceros,
pero
siempre escampa.
Ayer
me querías, al minuto siguiente
no, después un poco o un puede.
Cuando
dije adiós nació el desgarro,
-curiosa rotura-
y
con él el pulso de Blancanieves revivió.
Siempre
escampa.
El
tiempo del amor es injusto, arbitrario,
es
un pulso de fuerzas,
ahora si, ahora no;
pero
nos hacemos grandes y
vamos
entendiendo que todo no es amor,
y
aunque respetemos el término, conocemos
los
kits completos, medio llenos y de un solo uso.
Nená de la Torriente