martes, 6 de noviembre de 2012


Joven muchacho 
enamorado de la soledad 
y del cigarro que se consume solo, 
de ese paso que se arrastra y del otro 
que salta inquieto. 
Aún no sabes a qué llamas libertad, 
pero ya pronuncias sus letras con nombre propio. 
No puedo revivirte, 
sí olerte del modo que me olía. 
Soy incapaz de ser aquella muchacha 
de ojos grises,  brillantes en cualquier maleza, 
pero aún guardo ocho puntas de estrella 
fulgurante,  tan bien escondidas, 
que no hay rastreador que de fe de ellas. 
Panoja, 
vía, 
calle de los Desamparados, 
Complutense, 
calimocho, 
Cuatro Caminos, 
el Rastro, 
el 21, 
la Abisinia, 
Liérganes, 
Los Cañones, 
el Café de las Letras, 
el faro de Barbaria… 
¡Nená despierta! 



Yo