el
número, no el trazo,
el
saliente, no la llanura.
La
espesura, no el pétalo en su
esplendor
primero.
Este
constante devenir de las cosas
a
tropel en la pupila,
en
desquicio incesante
sin
filtro fiable.
Dame
la mano y déjame que
cierre
los ojos y que confíe
a
los tuyos la búsqueda,
aunque
sea un poco.
Te
compensaré a mi manera,
entrégate
a mí.
Nená de la Torriente