sábado, 17 de noviembre de 2012


Y es nada,  esto que ves 
entre el suelo y el techo. 
Atesorar,  codiciar, 
esa ambición poderosa 
de tanto mercader de versos, 
no he sabido adquirirla. 
Me dijeron que se compraba 
en el mercado de las azucenas 
púrpuras, 
pero ya había cerrado cuando llegué. 


Me distraje,  siempre me entretengo 
en las pequeñas cosas, 
por eso me importan tanto. 
Mis ojos se posaron en el quiebro 
de la sombra del junco, 
que en el agua dibujaba un baile perfecto. 

Por eso,  no busques en este espacio 
lo que venden en el mercado 
de las azucenas púrpuras, 
sólo hay imágenes de mi pupila y 
mil objetos que se han quedado atrapados 
entre mis yemas. 



Nená de la Torriente