Amanece,
pero
hazlo tú que ya amaneció el día.
Deja
que el cielo plomizo descargue
y
cierra el paraguas de tus cosas.
No
temas empaparte, uno se seca
porque
llega el sol y después la luna.
Te
tiembla el pulso al principio,
sólo
un poco,
después
la palma cobra firmeza
y
eres el dueño de lo que tomas
y de lo que dejas.
Has
salido del dictado como un verbo
que
ha querido investigar
¿Ves mayor hazaña que esa?
Nená de la Torriente