Te
regalo mi voz aguardentosa,
que
inconsciente aún arrastra
los
pies por el pasillo.
Las
primeras palabras que pronuncie.
El
primer beso.
El
abrazo después del sueño, el mimo
del
escalofrío tras las mantas.
Ese
golpe del agua de la ducha
contigo, y la risa cómplice y nerviosa.
Te
regalo las marcas en mi piel
de
las sábanas, y el olor a dulce de manzana
de
mi pelo.
Tomo
de ti cada poro, cada pliegue,
cada
ángulo, valle, llano, montículo, sonido,
silencio, suspiro y aliento que lleve tu nombre.
Nená de la Torriente