Que
el pulso suba o baje, se detenga,
se
crispe en picos como Wall Street.
Qué
más da hacer preguntas,
anunciar
prudencias si vamos a vivir
sólo
dos días.
Todo
lo metemos en cajas.
¿Es
amor, no es amor,
es
capricho, es helado de vainilla,
es
mi tía haciendo punto, o
en
realidad es ganchillo eso que
cruza
incesante entre sus dedos torcidos?
Sujeta
de la cintura a la vida
o
gánala por una manga, si te detienes
te
patea el extremo más mullido
una
y otra vez.
¿Debí
o no debí,
quizá
era, hice lo que intuía?
Los
sentimientos no son razonables,
de
ahí que con los juicios anden siempre
entre
litigios.
Nená de la Torriente