Homicidas
de la fe.
Personas
cargadas de capas de piel
que
hablan de llaneza
y
en cada dos bocanadas alaban
al
corazón como su equivalencia.
Quien
tiene corazón no alardea
de
poseerlo, ni el llano se jacta
de
su de franqueza.
Terminan
matándonos la fe
a
los que estamos en la cuerda floja,
a
los malheridos,
a
los magullados,
a
los de los ojos tendidos,
a
los del corazón derrumbado,
a
los que empiezan,
a
los que se dan otra oportunidad.
Nená de la Torriente