sábado, 3 de noviembre de 2012


 


Cierro el libro de los ojos opacos 
y me vuelvo hacia adentro. 
Veo mi selva,  lianas a media altura, 
otras hasta el suelo,  objetos fuera 
de su sitio. 
Un reloj de pared de mi abuelo 
que nunca dormía en la casa quemada. 
Una blusa de Regina y una uña postiza 
que se le cayó una tarde en Solares. 
Las risas de Carmen por cualquier cosa 
y el traqueteo del tren hacia los Cañones. 
Mamá haciendo torrijas. 
Mis primeros cigarros mentolados, 
qué espantosos. 
La cocina oliendo a arroz con verduras 
y la voz de Yeyó hablando de Torres de Arriba. 
Me imagino el Escudo nevado y que el coche 
no lleva cadenas. 
Tal vez la vida me obligue a quedarme 
a vivir allí arriba 
¡Dios mío hazme vivir allí arriba! 
Soy montaraz no podría vivir en un lugar
más arrimado a mi cintura. 
Luego,  al instante,  me arrepiento.



Nená de la Torriente