Qué
cosa tiene el blanco perturbador
que
invita a ‘mancharlo’ como sea.
Unos lo tintan de colores con mil borbotones,
con todas
las curvas que dé de norte a sur
la
extensión de su cuerpo.
Otros
regurgitan sus pasiones, sus miedos,
sus
ilusiones, sus decepciones, sin dejarse
una
sola.
Los hay que apoyan sus huellas digitales, apenas
un
poco, una y otra vez, con gran disimulo,
para
marcar su territorio a falta de otras conquistas.
Algunos
con frenesí romántico, pintan puertas
hacia
algún paraíso e inventan castillos donde ir
a
salvar princesas,
y
unos pocos escriben, sólo eso, por inercia,
buscando una ventana abierta
donde poder escaparse.
Nená de la Torriente