He
soñado que soñabas conmigo,
como
el que sueña laderas
con
saltos de agua,
en
un pulso convulso y loco.
En
tu sueño
yo
soñaba que soñaba contigo,
como
el que sueña con el prado manso
que
rumia la vaca
al
abrazo del pie de la encina,
con el
cimbreo de las sombras de las calas
y la
mariposa ciega que enreda
de
boca en boca las palabras,
dejando aroma de espliego.
Nuestros
sueños se invadían
con
lenguajes distintos,
dispares
requisitos;
pero
un tronco grande de árbol
socorría
a la mariposa
y salvaba el latido de los dos.
Nená de la Torriente