Qué
fácil sería volver atrás.
Sentarse
y habitar los recuerdos
pero
cada vez somos más huérfanos.
Vivir
en un mundo de sensaciones
tiene
un precio
y
un aval,
el
precio es la brevedad del instante,
la
garantía,
la
profusión de cada segundo.
No
hay que escribir boca abajo,
ni
voltear un paisaje de encinas,
basta
con acercar la fragancia
de
un macizo de jazmines
y
que traspase el papel,
conseguir
que esa intensidad
blanca
sobre un fondo verde oscuro
sea
capaz de impregnarlo todo
como
algo irremediable.
Está
aquí y lo puedes tocar, y cortar
una
rama sutil y ponértela en el pelo,
sus flores delicadas, tan pequeñas.
Escapar
de ti, a esta hora de la madrugada,
y
oler aún a noche que se escabulle
por
las callejuelas,
como
una dama que huye
de
ser descubierta con su capa
anaranjada
del color de las farolas.
Qué
fácil sería volver atrás.
Sentarse
y vivir de los recuerdos,
pero
nos dejaría sumidos en una paz
que
no deja de ser una forma de acinesia.
Nená de la Torriente