domingo, 11 de noviembre de 2012


Qué fácil sería volver atrás. 
Sentarse y habitar los recuerdos 
pero cada vez somos más huérfanos. 

Vivir en un mundo de sensaciones 
tiene un precio 
y un aval, 
el precio es la brevedad del instante, 
la garantía, 
la profusión de cada segundo. 

No hay que escribir boca abajo, 
ni voltear un paisaje de encinas, 
basta con acercar la fragancia 
de un macizo de jazmines 
y que traspase el papel, 
conseguir que esa intensidad 
blanca sobre un fondo verde oscuro 
sea capaz de impregnarlo todo 
como algo irremediable. 
Está aquí y lo puedes tocar,  y cortar 
una rama sutil y ponértela en el pelo, 
sus flores  delicadas,  tan pequeñas. 

Escapar de ti,  a esta hora de la madrugada, 
y oler aún a noche que se escabulle 
por las callejuelas, 
como una dama que huye 
de ser descubierta con su capa 
anaranjada del color de las farolas. 

Qué fácil sería volver atrás. 
Sentarse y vivir de los recuerdos, 
pero nos dejaría sumidos en una paz 
que no deja de ser una forma de acinesia. 




Nená de la Torriente