No
hay amenaza.
No
frunzas la nariz.
Como
el arroyo se precipita
en
cascada por la roca,
como
agua interminable,
mírame
así.
Tómame
como un regalo
no
como un derroche.
No
doy padecimiento.
Y
si no te diera calma
¿Qué
perjuicio puede haber
en
ver fluir el agua?
No
me dejes argüir
esa
pregunta.
Nená de la Torriente