domingo, 4 de noviembre de 2012


No seamos de papel 
seamos de carne cuando 
la voz no llegue, 
cuando la lágrima siga derramándose, 
cuando sea preciso el abrazo y 
la cercanía. 
Todas las palabras,  incluso 
las más bellas,  las que nos perviven, 
se desvanecen si hay ojos que dejan 
de ver porque se desecan, 
porque caen sus cuerpos solos, 
sin más manos que sus propias manos. 
El poeta debería ser poeta dentro 
y fuera del verso –cosa pendiente-, 
aunque algunos abjuren 
de ese bautismo personal 
-los peritos del grafema- 



Nená de la Torriente