Siempre
voy a quererte.
Siempre.
Aunque
tu paso vaya hacia un lado
y
el mío no esté.
No
hemos sido iguales nunca.
Nuestros
latidos
marcaban
una música extraña
para
un baile aún más infrecuente.
Mi
sangre es agua tuya,
densa
humedad tuya
como
esa lluvia esperada
que
no acababa de caer.
Ahora
llega en diluvio
y
ya no estamos de la mano,
pero
el corazón lo extravié
no
recuerdo dónde.
Así
es ésta ridícula vida.
Nená de la Torriente