Canción sencilla
Soy el aire
entre las ramas más pequeñas,
la caricia de los dedos
que no culminan,
la voz de la siesta y
de la madrugada,
la caricatura
del que vence,
del que aniquila.
He sido el duelo y el mutismo
de la lágrima,
el grito sostenido
con escuela,
el verde
que se sueña en la agostada,
y el amor
de unos cuantos arribistas.
Sigo siendo
la carne de lo avaros,
de los sindientes
el hambre desmedida,
y la canción estremecida de los niños.
Y seré un bajotierra,
una funda de guitarra
que ha soñado
las palabras más y menos
verdaderas,
el sonido
más allá de la entonada,
el beso
más allá de cualquier boca.
Nená de la Torriente