Ver volar las manos de tanto bosque
y suplicar a la lluvia que caiga sobre mí,
que empape la semilla
de lo que pude ser y devoró el sol hasta la seca.
Me perdono.
Enredarme en tu torbellino
y caer en la ingravidez de su centro,
ser tu fuente y tu corolario,
el beso dado con mordida de pantera
que no sabe desprenderse.
Me perdono.
Amarte hasta que no haya un lugar
que no te tenga en mi tacto,
alzarte como bandera en todos los mástiles,
y cantarte tanto
que huyan todas las ideas
que vivan para engendrar estigmas.
Me perdono.
Viajar hacia a tus manos
sin pensar en el regreso,
tus ojos en mis ojos como clavo de atraque,
reconociendo como única pared
aquella, sólo aquella,
donde decidamos quedarnos a vivir.
Nená de la Torriente
Muy muy muy bueno... eres genial!
ResponderEliminarMe perdono.
Ver volar las manos de tanto bosque
y suplicar a la lluvia que caiga sobre mí,
que empape la semilla
de lo que pude ser y devoró el sol hasta la seca.
Amarte hasta que no haya un lugar
que no te tenga en mi tacto,
alzarte como bandera en todos los mástiles,
y cantarte tanto
que huyan todas las ideas
que vivan para engendrar estigmas. ...
¡¡ Me encantan!!!! como te envidio y admiro!
Gracias Luix, eres en extremo generoso.
ResponderEliminarUn abrazo gigante,
Nená