viernes, 30 de septiembre de 2011


Domar lo libertado.
Retener lo nativo
desde una cuna lejana,
augurando futuros
de custodias y amor,
sabiendo que someter
ya es un acto de desprecio.

La belleza de lo libre
no es un fulgor efímero.
Posee todas las riquezas,
un genio sin lámpara
sobre el aire que escoja
por su inherente esencia:
tenerse así mismo.

Somos egoístas,
caprichosos,
niños con corbatas y carteras.
El mundo:
un patio de colegio
donde todo es nuestro,
artículos compilables,
juguetes,
objetos que acunar.

Nená

Cuando llega el dolor
te ves reflejado en lo que ya
no es sonido,
en la mudez que alcanza
lo que un día compuso melodías.




Te ves un paso por detrás
de aquel otro ser que sonreía,
como una sombra
detrás de otra
queriendo usurpar su sitio.
Ya no eres,
pero te empeñas en señalar con el dedo
lo que fuiste,
con una inutilidad asombrosa,
y oradas con ahínco la herida
haciéndola que se desborde.
Cuando llega el dolor
te transformas.
Se retuercen tus músculos,
tu boca,
el sonido de tus letras,
el deletreo de tus voces.
Todo cambia, todo se invierte.

Eres otra.

Nená

jueves, 29 de septiembre de 2011


El lapicero conoce
el silencio oculto
de los tabiques.
Sabe de las humedades
y de las manos de los niños,
de los corazones de amantes
dibujados con los dedos,
de tanta lágrima sofocada
bajo almohadas.
Reconoce el sexo,
el amor con amor entre sábanas
o el apetito sin amor sobre ellas.
El lapicero entiende
de noches de insomnio,
preocupaciones vanas,
o el nulo empeño en solventar
lo que realmente es urgente.
Nos mira desde muy cerca
y sabe de nuestras fragilidades,
pero apenas nos habla.
A veces nos tira de la mano
para que nos las contemos
y algo nos saca,
pero vuelve enseguida
al silencio oculto de los tabiques
a seguir leyéndonos.

Nená

miércoles, 28 de septiembre de 2011


Penetrar las horas con amnesia
es un vía crucis incontable
lleno de letras rotas.
Alguien me dijo una vez:
Cuando alguien sea muy cruel contigo
y aún así tú le aprecies,
escríbelo en una hoja.
No lo comprendí.
Comban los años y ahora comprendo
muchas cosas,
todo se olvida, todo.


Se olvida el aire furtivo
de la mañana fría camino del metro.
Se olvida el miedo al examen,
el peso de la carpeta sobre el pecho
ocultando su crecimiento.
Los pies pisándose por vergüenza,
el rubor por esa mirada
que tanto deseaste.
La primera curda
que tanto dio que contar;
todo eso que siempre es otro
el que te lo recuerda,
y hace que te sientas extraña
en tu propia holgura,
porque se vuelve insignificante.

Nená


Hablamos lenguajes distintos.
El cosmos es un cuenco de arroz.
Intentas salir y regresas al fondo, y
es que estamos destinados
a no entendernos.
Siempre hemos cogidos los mismos trenes,
las mismas autopistas.
Hemos pasado las hojas
de los mismos o similares libros,
nos han acompañado
flexos parecidos,
hasta la inquietud del tiempo
siempre imponiendo su particular métrica.
Hemos amado, odiado, ideado,
pero con lenguajes diversos,
porque sentimos de formas tan dispares
como el agua y el incendio,
la razón y lo disparatado.
Y a pesar de estar tan próximos,
estamos a un pársec de distancia.

Nená

martes, 27 de septiembre de 2011


Deja de mirar con ojos de mundo
-esas gafas de grupo-
y vuelve a la entraña.
Camina descalzo, cierra los labios,
piensa, piensa.



Ese zumbido de alrededor
es turbador, te enreda.
¿Dónde está la brecha,
la sutil fisura por donde
se burlaron tus sueños?
Ya no importa el año,
el lugar, con quién andabas.
Busca en ti, tapa la hendidura
antes de que te engulla del todo.
Somos marionetas,
marionetas sin cuerdas,
almas en venta.
Aquel otro tú
está en otra frontera,
es página de otro libro,
libro de otro anaquel.
Desnúdate,
descubre donde está ese agujero
y ponle un remiendo, una pieza,
lo que tengas a mano,
lo que sea.


Nená

Siempre hay una puerta de salida.
Un impacto,
una mueca no fugaz
que alcanza la fuga.
Los cinchos se desprenden
con habilidad,
con flema o con diligencia.
Si tienes prisa, corre,
pero mira bien donde pisas.
Las puertas tienen resortes
y picaportes
-son muy suyas-
no las obtures,
crúzalas sin más
-ni las hables-
Puedes quedarte a medio camino
pero la vista es agobiante, créeme.
Avanza o retrocede
pero no te quedes en fracción,
te sentará mal el frac o el chaqué,
todo lo que suene elegante.
Siempre hay una puerta de salida,
no te quedes ahí,
¡escápate!

Nená

lunes, 26 de septiembre de 2011


-Eva-

Ella no sabía que su mundo iba a cambiar de golpe, sin aviso. Cogió el 20 en Estrella para ir a Sol. Había quedado con unos amigos, después se pasarían por la calle Segovia y charlarían con Lorenzo. El precioso Loren, ojala aquel día tuviese suerte y acabara como ella siempre soñaba: golpeándose una y otra vez contra el cabecero de su cama. Su timidez no era un reclamo precisamente para un hombre como él, pero soñar era gratis. A la altura de Retiro notó que las piernas no las sentía, pensó que se habrían dormido y no quiso darle más importancia. Ya girando en la puerta de Alcalá estaba paralizada, dolorida, sus miembros se habían encogido de una forma anormal ‘¿qué estaba pasando? ¿qué estúpida cosa sucedía?’ Todos, y todo en el autobús se achicaba, la gente se hacía pequeña y nadie decía nada, seguían a sus cosas con naturalidad. Cuando intentó mirar por las ventanillas la perspectiva había cambiado, no sabía dónde estaba.
Pensó que al encogerse, la altura le impedía ver los edificios ‘¿Pero qué estoy diciendo?’ repetía, ‘¡encogerme! ¡cómo es posible!’ Ni siquiera su voz sonaba igual. Miró al resto de pasajeros, les preguntó, les gritó, les pidió ayuda, y vio como poco a poco sus cuerpos se iban convirtiendo en pequeños muñecos. ‘¡Dios mío! Esto no puede estar pasando, es un sueño'. ‘¡Despiértate Eva!’ Pero Eva no se despertó. Un niño encontró un autobús de juguete en la acera y entusiasmado lo recogió:
-Mira mami y tiene pasajeros, y mira este, tiene hasta las manos en la ventanilla. ¡¡Cómo mola!!

Nená


-Puentes-

Temor a cruzar
aunque te ofrezcan el paraíso.
Me agradan los valientes,
me seducen.
Una aldaba en la ventana,
una alambrada de espinos,
tapias de cemento,
el escondite;
inmunes a dar un paso
a traspasar nada.
Pero una zancada larga,
la espalda atrás,
el ojo de aguja,
liceo del que decide.
Los puentes son sólo eso,
puentes, accesos,
y lo que esté por llegar
será el porvenir.

Nená

domingo, 25 de septiembre de 2011




Teníamos que habernos dicho
muchas cosas,
no esperar a los cierres,
a última hora.



‘Todo sucede por un propósito’
me decías, y diciéndolo sabías
que no era verdad.
La finalidad no es un pretexto.
El pretexto si fue la finalidad.
Los días ahora corren como niños
en patios vacíos,
divertidos, vagabundos, sin reglas,
comen y beben a su capricho
y de muchos modos han cursado
una felicidad desconocida.
Después de todo la vida
da sus propios giros,
increíbles e hipnotizantes.
Es una enorme peonza
y no se sabe nunca
hacia que lado caerá.

Nená

-Lavinia-

Le espera donde siempre,
cada verano, bajo su sombra,
una tarde detrás de otra.
Cree que si la muerte se lo lleva,
el amor puede hacer
que de algún modo vuelva;
pero sabe que todos piensan
que está perdida.
Sonríe, se acomoda en el verde
y mira a la lejanía,
deja pasar las tardes,
soñando y evocando
cosas bellas.
Tiene la certeza
de que no está loca.
Le recupera al caer el sol
allí sentada, a su manera.
Debajo de su árbol-casa
vive sus mejores horas,
y cuando alguien llega
a respirar su atmósfera
-los curiosos que habitan
en todas las aldeas-
entiende con extrema sencillez
su realidad.

Nená

sábado, 24 de septiembre de 2011


Difundirse y quedarse como sello
por los siglos de los cientos.
Disecado entre los restos,
porcelana de color,
estampa muda.
Desabrimiento.


El paso de las manos de seres
que nunca conociste,
por lo que fuiste,
por lo que no fuiste,
por aquella imagen de ti
que alguien capturó.
Yo quiero ser moho,
y hierba nueva,
y olvido y cascada
–ya puestos a ser-
mala memoria.
Si soy una pieza
sólo ahora,
mañana que venga otro
a ser reemplazo y relevo.

Nená

Un corrusco de pan y media acera.
Pequeñas maravillas
deslizándose debajo de las uñas,
no estamos dónde debemos.
Nos hemos cruzado ayer,
el año pasado,
en otra vida.
Quizá me sonreíste,
quizá nos rozamos con el codo.
Fue en aquel autobús rojo ¿recuerdas?
Ibas apoyado en el cristal, ausente,
tenías examen y sueño,
yo había discutido con alguien
o era el día de maldecir el planeta.

Ahora no importa.

Pequeñas maravillas
deslizándose debajo de las uñas.
Siguen aquí, recorriendo nuestros dedos.
Curiosa contingencia,
el azar nos trae sorpresas,
no todo es desviarse de lo trazado
tal vez porque el destino
no existe.

Nená 

viernes, 23 de septiembre de 2011


Si fuera tan fácil
cruzar de este a oeste
un norte-sur de su cuerpo,
saldrías a navegar sin mapas
porque no existiría ninguno.
Quererlo todo es perderse
en los cuatro puntos cardinales
y no saber si estás en tierra firme,
o en la espesura de tu propia neblina.


Ir despacio no es ir a ‘poquitos’,
es ir marcando la suela,
poniendo dedo a dedo,
palma a palma,
en un huerto que ya necesitas
porque lo quieres,
nunca al revés.
Yo ya no entiendo tanto de amores
porque la vida es muy confusa,
pero tengo varado un velero
siempre dispuesto,
por si algún día lo necesitas
y quieres salir a navegar.

Nená

Esperé
como tú me dijiste,
que el collar llegara solo.
El mar fue arrojando las perlas
poco a poco, escondidas
entre las algas muertas.



Cuando llegó la noche,
el ruido, abrumador y salvaje
escupió la primera,
pero yo estaba dormida
agazapada en la arena.
Amaneció y entre mis pies
cinco vi, seis como mucho,
juntando sus destellos
con el azul y la calima.
El mar y el sol coronados,
yo un pliegue más en la orilla.
Pero surgió el collar,
la maravilla,
el poema.
Aquello que no es del sol
ni es del mar,
ni de la arena
ni del celeste infinito.
Formado perla a perla.

Nená
Zarpazo preciso.
El vaivén de recados
y las luces oblicuas,
ya no es Navidad.

Desierta, brutal, enemiga,
ejecuto un beso.
Un puñal en el pecho
para el que anda inquieto,
desarmado, casi extinto.
Labio a labio soldado,
el eternamente
temido.

Has muerto.

Nená

jueves, 22 de septiembre de 2011


-Versos a media asta-

Al final nos quedan los trazos
que en el sablón hemos dejado,
las marcas en el barro,
el olor de nuestro cuerpo
al cobijo de cualquier manta.


Un par de besos, bien o mal dados,
alguna despedida dolorosa.
Amigos –que lo son cuando lo sean-
y un montón de sucesos divertidos
que harán reír al auditorio,
que en el fondo,
viene ya ‘reído’ desde casa.
Poemas, tantos que ni apilados
veríamos la luna.
Confesiones inútiles que bailarán
con la más fea.
Alguien que desde otra isla
sentirá lo mismo,
y mandará un beso ingenuo
que tú capturarás entre sueños.
La vida estrechará su mano
y dejará que aflojes
los cordones de tus botas
-lo tengas o no merecido-,
porque el tiempo pasa
y transcurre igual para todos.

Nená
Retoques no, reformas.
Cortaría un trozo de calle
que vaya de tu casa a la mía,
la distancia del beso,
la envidia.


Cortaría el hilo de los celos,
la voluntad del egoísta,
las malas lenguas,
los gestos rudos.
La multitud de viles formas
que no sólo ven
los perfeccionistas.
Un corte horizontal
–con mano firme-
para el pérfido propósito.
Vertical, para la fraudulenta fe
mal vendida.
Seccionar sin galardones,
cada uno de los tallos
que sin amor nos porfían.
Y recortar con todos los honores,
aquellos otros que con amores,
ahora buscan vivir su vida.
Cambios, no retoques,
hacer enmienda y reedificar.

Nená

miércoles, 21 de septiembre de 2011


Vivo en una isla.
Un laberinto diminuto
con bellos anillos de agua.
Si me dejan beber los peces
me bebo su casa
hasta el sol del mediodía.
De noche me hechiza la arena
hacia una luna temprana,
que bucea en el mar
como una sirena.
No puedo perderme,
aunque tema caerme
a cada paso que doy.
Y temo ser olvido y celaje,
como lo son las olas
que visito y me visitan,
en un ir y venir predecible,
como un tictac
donde todo encaja,
o como el sonido de las chicharras
a la hora de la siesta,
siempre a la hora de la siesta.

Nená