lunes, 19 de septiembre de 2011


Si el libro nos leyera
se moriría de risa.
Vería como descolgamos el labio
cuando él a toda prisa recorre escenas
como quien dibuja con seis manos.
Lloraría por vernos emocionados
como colegiales,
grandotes como somos
incapaces de reprimir el llanto.
Si nos leyera sabría lo complejo
de nuestros gestos,
los antifaces y las muecas
de nuestras múltiples arrugas.
La inquietud de nuestros pensamientos,
las asociaciones absurdas,
las no tan descabelladas.
Se sorprendería de lo sorprendente
de nuestra lectura.
Si nos leyera
ansiaría volver a tocarnos
para intercambiar asignatura,
capítulo y pericia.

Nená

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