viernes, 23 de septiembre de 2011


Esperé
como tú me dijiste,
que el collar llegara solo.
El mar fue arrojando las perlas
poco a poco, escondidas
entre las algas muertas.



Cuando llegó la noche,
el ruido, abrumador y salvaje
escupió la primera,
pero yo estaba dormida
agazapada en la arena.
Amaneció y entre mis pies
cinco vi, seis como mucho,
juntando sus destellos
con el azul y la calima.
El mar y el sol coronados,
yo un pliegue más en la orilla.
Pero surgió el collar,
la maravilla,
el poema.
Aquello que no es del sol
ni es del mar,
ni de la arena
ni del celeste infinito.
Formado perla a perla.

Nená

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