sábado, 10 de septiembre de 2011


Acepta que ya no hay mar para tanta fantasía
que se mueren los peces,
que construimos ventanas al cielo
y las pintamos de agua,
confundiendo su sal con brillo de estrellas.


Acepta que aunque haya muchos matices
de azules, los desconocemos casi todos,
y ya no sabemos donde queda
la mano izquierda de la derecha,
ni siquiera el amor verdadero
del verdadero apetito grotesco.
Acepta que si chocas la mano
ya no significa un trato,
como que una firma
es sólo un puñado de letras.
Las cosas han cambiado
y somos su ingenio y sus pilotos.
Dueños de este teatro de marionetas
que o cambia de pericia y de pulmón,
o cerrará por falta de funciones,
porque esto así ya no es vida.

Nená

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