domingo, 18 de septiembre de 2011


Cuando dejas de vibrar
no hay alarmas,
no hay avisos ni señales.
Te devora una careta
-disparatada-
No hay concesiones,
todo depende de un caos
indiscriminado y ausente



¿Estás?
Sonríes.
El cerebro va en autopista,
a veces coge atajos,
se disloca pero lo llama despiste.
Siempre puede ponerle
un mote, o hacer un chiste.
Pero cae la lágrima
y se enfada,
ha perdido el dominio,
ya no sabe, no lo entiende.
Ha dejado de sentir,
el corazón se desmorona
como un mendrugo de pan
para un puñado de gorriones,
y te da lo mismo.
Pero el cerebro se enoja,
se exaspera,
está fuera de toda lógica para él.

Nená

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