Me asombra tu vuelo,
tu acrobacia única.
Te veo desde mi refugio,
mis cálidos humedales.
Curiosa, sonrío,
tripera de tus signos,
tus bellos poemas.
Planeas entre los grises
como muchacho triste,
con la perfección del grave,
del que esta harto de tanta pérdida;
pero bajas al valle
y juegas a la pelota
con otros niños, ausente
de las cosas formales:
‘Tú, tú más, pues anda que tú’,
con ese poso en el fondo del vaso
de ‘déjame en paz,
que aún no sé lo que quiero’.
La vida es insólita
cuando se espera de alguien
lo que no ha deseado.
Por eso, Señores:
hagan sus cartas a los Reyes Magos,
pero por favor sin incluir a nadie.
Nená
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