Arderá mi memoria estéril
dormida sobre el prado.
Cada quima, cada leño,
todo lo que asfixia un nuevo brote,
al principiante y ciego tallo
que ve oscurecerse el cielo.
Tendrás que disculparme
por haberme consentido,
por este abandono de años
y por esta soledad infructuosa.
Nadie quiere salir de su cáscara,
como nueces nos pudrimos,
duras, siempre duras,
con el mismo aspecto de siempre.
No conservarse,
eso es para las latas de sardinas.
Liberarse de sombra y de reliquia,
ni resúmenes, ni estigmas.
Comenzar, empezar de cero.
Nená
Me encantaaaaaaa. Jo, pues en mi lata de sardinas, hay una sirena que se llama Nena.
ResponderEliminarBesuco