domingo, 25 de septiembre de 2011


-Lavinia-

Le espera donde siempre,
cada verano, bajo su sombra,
una tarde detrás de otra.
Cree que si la muerte se lo lleva,
el amor puede hacer
que de algún modo vuelva;
pero sabe que todos piensan
que está perdida.
Sonríe, se acomoda en el verde
y mira a la lejanía,
deja pasar las tardes,
soñando y evocando
cosas bellas.
Tiene la certeza
de que no está loca.
Le recupera al caer el sol
allí sentada, a su manera.
Debajo de su árbol-casa
vive sus mejores horas,
y cuando alguien llega
a respirar su atmósfera
-los curiosos que habitan
en todas las aldeas-
entiende con extrema sencillez
su realidad.

Nená

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