Mi profesora Palmira decía
que es más fácil responder si
que responder no,
decir hola que decir adiós.
Las despedidas son úlceras,
heridas que a veces se ocultan
bajo la piel,
y casi siempre dinamitan
sin remedio.
Yo cuento nubes,
como quien cuenta hasta 10
o se canta bajito ‘Mad world’
para no volcar el llanto,
pero casi nunca se consigue.
Un hola y un adiós es el cóncavo
y el convexo de la mano,
van casados sin excusa.
Admitirlos con llaneza
sería lo prudente, lo moderado.
Yo cuento nubes,
muchas nubes.
No me gusta lo templado,
ni en el café.
Nená
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame