sábado, 30 de junio de 2012


-Esta España nuestra-

Rueda y vuelta de rueda, 
una España por cortejar 
y que se deje sincerar 
con vocablos viejos. 
Bella,  cada esquina, rincón, 
vereda,  laguna,  lago, teja, 
arboleda,  caminuco de arena, 
acceso de piedra. 



Tascas,  tabernas o mesones, 
queso,  chorizo,  panes y  
redoma de vino.  
No importa por dónde empieces, 
ni dónde acabes. 
Ni si donde acabas empiezas 
hasta llegar a otro lugar. 
Divino encuentro. 
El beso más largo en el paisaje 
más complejo. 
De un Sur a un Norte o 
de un Norte a un Sur. 
Con un  Este a Oeste, 
cruzando por un centro amplio 
que habla con un Dios más suyo. 
Distinta escala de colores, 
y tu mendrugo en la boca siempre lleno 
de maravillosas y únicas reconquistas. 
-Cógete una mochila
y recorre mundo-

Nená de la Torriente


-Diremos-


Diremos que no te vi, 
había demasiada gente. 
No estuve en aquel lugar 
ni miré donde tú miraste. 
Diremos que no me hablaste, 
y diré que jamás te hablé. 
Que nunca supimos del  gesto 
de una sonrisa sencilla, 
ni de una palabra emitida por ambos. 
Por decir,  diremos que nos inventamos 
una tarde de junio,  o mejor de mayo 
-quizá quede un poco cursi-, 
mencionaremos un febrero hostil 
casi ausente de encanto. 
Y cuando hayamos dicho tan poco, 
tan escaso e impreciso, 
¿podremos ya besarnos? 





Nená de la Torriente

viernes, 29 de junio de 2012


De verdad a verdad 
una pequeña mentira, revoltosa; 
el salto del sapo real 
y un croar con la luna nueva. 

No te quiero cambiar, 
sería idiota,  como esas idiotas 
que andan buscando 
un hombre a medida. 

Un vestido que les siente bien 
de 8:00 a 23.00 cada día. 
Un poco de fuego tal vez, 
si el carmín no se emborrona. 

Yo quiero llegar a la charca, 
verte nadar 
y marcharme con la luna. 
Pero si es nueva me quedo, 
que en mis ojos hay luz 
para que no te extravíes. 
Tú eres tú y comes moscas, 
yo soy yo y como uvas, 
y no renuncias y no renuncio. 
Y al amanecer me iré al monte 
a oler a pino, 
y tú al junco a respirar la umbría. 




Nená de la Torriente



Detén esta campana, 
silencia la sonora oquedad 
que retumba en el campo. 
Dile a mis pies que el suelo 
no habla,  que tampoco se queja, 
que no sufren las hormigas 
en sus hormigueros. 
Amordázame a mí 
para que no grite, 
para que no intente salvar 
a la hierba con mis propias manos,  
átame,  sostén mi nervio. 
A veces lo que no entiendes 
te parece una amenaza, 
somos así de tardos y timoratos. 
No me dejes comprarle zapatos 
a los niños del barrizal, 
los usarán para jugar a las barcas. 
Ellos desean ir descalzos, 
dime que pregunte antes, 
no me dejes jugar a salvar 
a todo lo que no ha pedido ser salvado. 




Nená de la Torriente

RECORTES (Idea original de Antonio Díez)



-Valientes-

Esta España de valientes 
se nos ha llenado de ‘vivos’ 
con piel de gallina, 
que sabiendo que personas enferman 
por falta de medios, 
siguen recortando en ayudas, 
pero no se recortan sus prebendas: 
Ni sus coches oficiales, 
ni sus gastos de representación 
-sin justificar claro, 
para hacer lo que les dé la real-, 
ni en ayudantes,  ni en viajes ‘oficiales’, 
ni en seguridad, 
todo a parte de sus mega sueldos. 
Eso sí,  nos dan la charla de que 
hay que apretarse el cincho por el bien 
del país 
¡y no se mueren en el acto! 
¡Y NO SE MUEREN EN EL ACTO! 
Para eso hay que valer,  sí señor. 
En esta España de valientes, 
¿qué diría Manolete,  Agustina de Aragón, 
Hernán Cortés,  el mismísimo Don Rodrigo 
Díaz de Vivar? 
¿Se irían a Portugal a nacionalizarse allí, 
aunque haya perdido 
la semifinal de la Eurocopa? 





Nená de la Torriente

jueves, 28 de junio de 2012


-A Susón-

Venga de donde venga 
la brisa,  huele a mar 
si la traes tú en los bolsillos. 
Si viene del metro,  atestado 
de viandantes cansados, 
de sus idas y sus vueltas; 
si de autobuses urbanos, 
o de arriesgadas bicicletas 
sorteando monstruos de chapa 
-como el tuyo- 
No sé porqué,  si es tu aspecto 
o tu cabello,  pero parece la medusa 
perdida,  a tientas,  aguardando 
su momento 
para recular y perderse para siempre. 
Venga de donde venga 
la brisa huele a mar turbulento, 
o a callada marea. 
A historia por contar contándose, 
a un pasado boxeando 
para que no le expulses todavía, 
para que le hables 
como sólo tú sabes hablarle. 
Cuéntale, 
no dejes de contarle 
lo que sólo tú sabes y dominas. 




Nená de la Torriente

-PERSONAS-



Búscame manchas en el vestido 
que presiento que mirar el fondo 
de mi caudal farragoso no te entretiene. 
A cada uno su plato de sopa. 
Yo tomaré la de tomate hirviendo, 
quisiera darme una vuelta 
por la chimenea de tu volcán, 
y cerciorarme que eres así como dices. 
¡Hay personas tan maravillosamente extrañas! 
Humanos hechos de helado de vainilla, 
cubiertos de galletas dulces enrolladas. 
Humanos vestidos con la piel de los limones, 
con interior de calcina. 
Otros hechos de tarta de chocolate,  con ideas 
redondas y rojas como las guindas. 
Algunos suaves como los peluches 
y un interior blando de guata. 
Hay seres humanos de luz,  cegadores, 
imposible llegar a su centro, 
ataviados con tela de algodón claro, 
y otros tan oscuros y aviesos 
con un exterior de polietileno, 
que a un simple vistazo 
entiendes que no debes acercarte 
demasiado. 


Nená de la Torriente

-Viejo-
Esta ataraxia cubre mi salud  mental 
de tanta torpeza congénita, 
porque desgraciadamente 
estás cosas son atávicas, 
una lástima de herencia. 
Que el que no escribe sobre el pobre 
no escribe poesía, 
que el que en la intimidad ahonda 
necesita asistencia sanitaria, 
¿qué cosa será mañana, 
si escribes sobre las uñas, 
las estrellas,  las piernas o los monos? 
Me da lo mismo. 
Como lo mismo me da 
que te dé lo mismo. 
Escribo,  porque que cada palabra 
se me escapa sola y así la siento irse 
en un parto consentido; 
a veces no me da tiempo 
ni a lavarles la cara,  y eso me afea a mí 
no a ellas. 
Desde esta intimidad,  o desde cualquiera, 
se toca el cielo, 
porque este no está tan lejos de lo más ínfimo, 
sólo hay que saber mirarlo, 
pero ni siquiera quiero tocar el cielo
conozco un camino más corto,
el camino del beso.
Si desde aquí la mirada
se te invierte necesariamente
en un universo oblicuo,
es porque en tus ojos
no existe ni compromiso ni poesía,
y ni siquiera puedo llorar por eso, viejo.
Los versos puede empezar a crecer en las uñas
pero se alejan de ti en cuanto los dejas
a la velocidad del asfixiante vértigo.
Tú los oprimes contra ti
como un ama de cría
que va descontando calendarios
y pensando qué dejaré,
cómo me verán.
No puedo sentir lástima por ti,
y siento lástima hasta por las sombras
que van buscando sus cuerpos
siempre detrás sumisas de sus amos.
Deja de llorarte tanto viejo.
Deja de cargar con tu especial escalera.



Nená de la Torriente

miércoles, 27 de junio de 2012






Cuando dependa del aire 
volarán por mi lengua los noes 
y los sies más audaces. 
Pero aún soy de tierra 
y clavo mi pupila en la tuya 
y te desnudo, 
juego a desterrarte, 
escriboelversomáslargoyestúpidodeestemundo, 
llamo a tu puerta y me desoyes, 
porque tu sordera alcanza 
menos distancia que la mía. 
Me falta barro con que cubrir mis costillas 
y aún huelo la humedad de tu carne 
por debajo de esa camisa. 
Eres débil, 
no juegues a sembrar palabras 
sobre la salvación del mundo, 
aprendamos juntos a salvar pequeñas cosas. 
Cuídate de mí, 
que yo me cuido de ti 
todo lo que puedo. 





Nená de la Torriente



Un instante y la melodía fugaz 
arbitra la tensión de tus ojos. 

La teja caída en el portón 
ha impedido el beso y me ha roto un ala. 

Ahora coja,  el recorrido de tus labios 
se hace más  l a r g o  
cuando me muevo  
y conquisto un poco más de ti. 

El beso es la antorcha 
que recorre caminos 
a lo largo de tu cuerpo, 
sorprendente siempre para mis ojos, 
ardiente siempre para mi raíz. 

Me prendo como una tea 
a un soplo-roce de ti, 
a un roce-aroma, 
atándome a tu simiente. 

No eres mío,
sólo eres inevitable.




Nená de la Torriente

martes, 19 de junio de 2012


Nená se va
de vacaciones,
o se recrea,
o se toma un
estupendazo descanso,
o se ausenta para una holganza
gozosa.



Nená de la Torriente



¿Todo tiene que costar tanto? 
Es fácil elegir,  pero las implicaciones 
son tantas, 
que se hace todo un mundo después: 
porque lo que eliges no te elige a ti, 
no cabes en ello, 
no te sienta bien o 
eres alérgica; 



está en otro continente, 
en otro universo, 
en otra galaxia 
o indispuesto. 
Con lo fácil que es llegar a un 
puesto de helados y pedir un cucurucho 
de tiramisú, 
¡pues no! 
justo de tiramisú no quedan. 
Hay quien piensa que lo difícil es elegir, 
pues que se vaya preparando. 



Nená de la Torriente

-PARA AMALIO-


Sé lo que estás pensando 
y tienes razón. 
Me lo has dicho muchas veces 
y no escucho, 
las personas somos lo que somos, 
personas, 
y en nuestro mundo mezquino 
no caben sentimientos 
de sacrificio,  sólo derroche, 
derroche,  derroche, 
para sentirnos un poco más ‘altos’. 
Sí,  ya sé que nos encuentras 
estúpidos,  y débiles,  y sucios, 
y demasiado comprimidos, 
como las cápsulas que nos tomamos, 
y que no sabemos apreciar 
el viento sobre el cabello 
ni la vibración del suelo, 
que somos una naturaleza 
defectuosa. 
¿Pero no podemos escapar 
de esta condena,  ni librarnos 
de esta sordera? 
Creo que aún podemos aprender 
muchas cosas, 
y algunos estamos atentos 
a cada sonido de las cosas, 
a cada cambio de la brisa, 
y a cada latido que trata de esconderse. 



Nená de la Torriente

lunes, 18 de junio de 2012


Ser soldado entre tus filas, 
siempre a tu espalda cosida, 
a ciegas 
persiguiendo tus cometas, 
sin hacer preguntas, 
sin saber. 
Llueva o levante el cielo, 
sin indumentaria, descalza, 
medio dormida, 
en lágrimas,  entre risas, 
perdida,  centrada, 
agotada hasta la extenuación. 
No me queda ni un pedazo de papel 
en la mochila,  y aún escribo 
en las orillas del camino 
con una vara de rama,  o 
lo grito, 
que otro tome el acuse 
de recibo, 
que despache con cautela 
ese aullido o lo descuide; 
como sea,  pero yo te sigo, 
soy tu soldado más fiel. 


Nená de la Torriente

Es fácil escribir tu nombre 
cuando no sé tu nombre, 
y dibujar tus ojos cuando puedo 
imaginarlos, 
bailar amarrada a tu cintura 
si no sé el tacto de tu camisa 
ni la emoción de tu cercanía. 
Es tan fácil departir de amor 
sin haberte besado,  sin saber 
si sabría dormir frente a tus ojos. 


Puedo hablarte de eternidad 
y de cielos púrpura,  si no he rozado 
aún las yemas de tus dedos. 
Sabemos construir una porción 
de maravilla sin rozar el suelo, 
todos sabemos,  pero la piel 
no construye,  es invadida, 
alcanzada por un rayo, 
conquistada,  aprehendida 
por un millón de alfileres 
que al juicio nublan, 
y hacen que inevitablemente 
gobierne el instinto. 




Nená de la Torriente

Para decirte adiós 
me imaginaré poniéndote 
una camisa blanca, 
limpia y de algodón 
que huela a los olores de siempre. 
Te abotonaré despacio cada ojal, 
estirándote las mangas,  y te alisaré 
las arrugas con infinita paciencia. 
Para decirte adiós,  cerraré los ojos, 
me pondré de puntillas e imaginaré 
que te beso en la frente, 
que te atuso el pelo, 
que te digo ‘suerte’ y 
que me das la espalda. 
Miraré como te alejas 
hasta que seas un punto. 
Te desvanecerás,  y mi adiós se irá 
al mismo paso que el tuyo. 
Te perderás como se para el viento, 
así sin más,  como una ráfaga que llegó 
para marcharse. 



Nená de la Torriente

domingo, 17 de junio de 2012

La Prima Vera




Exantemas,  pruritos, alergias, 
achuses incontrolados, 
aires acondicionados, olores 
apolillados,  
¡OH!  Es la prima Vera. 







El cuco,  las flores,  los colorines, 
las piernas blancas escayoladas, 
la palidez del duro invierno 
en ‘lingerie’,  con un carmín 
que no puede disimular la calorina. 


Y llegó,  y alteró a los que altera 
e incordió a los que incordia, 
y trajo sol y trajo glorias 
a los que no querían pan, 
y los que anhelaban mucho más 
se quedaron a dos velas. 
Y pasará,  a punto está,  y en colorín, 
colorado quedará,  en un final 
de sudores y cervezas, 
las que queríamos en enero y aquí están. 

Pero yo quiero que me devuelvan 
un 14 de febrero,  nada más, 
y es que nunca sale el sol por el oeste,
para soñar sólo existen los éstos, 
pero nunca aquellos otros fueros. 




Nená de la Torriente