Si
fuera tan sencillo
como
escribir, dormir,
sonreír a nada,
para
borrar todo el mal
infligido,
andaríamos
un palmo
más
erguidos.
Si
fuera tan sencillo
como
beber agua
en
lugar de vino,
7
horas de sueño
en
lugar de 3, 5 o 10,
según
el día,
los
huesos no nos hablarían
con tormentos tan extraños.
Si
fuera tan sencillo
como
un chispazo
de
chisquero,
para
que dos bocas
se
fundieran,
dos
almas se brindaran,
dos
vidas encontraran un camino,
no
estaríamos buscando el fuego.
Pero nada es tan sencillo,
o
si lo es no le hemos
tomado
la delantera,
porque
seguimos detrás del último
creyéndonos todavía
que vamos los primeros.
Nená de la Torriente
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