Descánsate
en mi cansancio,
apoya
tu cuerpo sobre el mío.
Haremos
barro sobre barro
en
un aguacero de renuncias,
pero
entre risas y entre palmas.
Cuando
llegue el mediodía
seremos
un monte de tierra seca,
dos
en uno, una sola carcajada.
Cuando
te sientas renovado,
espera
a la lluvia y suéltate.
Pero
no me olvides,
tal
vez otro día sea yo
quien
descanse sobre ti
mi indisciplinado cansancio.
Nená de la Torriente
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