martes, 5 de junio de 2012



Descánsate en mi cansancio, 
apoya tu cuerpo sobre el mío. 
Haremos barro sobre barro 
en un aguacero de renuncias,  
pero entre risas y entre palmas. 
Cuando llegue el mediodía 
seremos un monte de tierra seca, 
dos en uno,  una sola carcajada. 
Cuando te sientas renovado, 
espera a la lluvia y suéltate. 
Pero no me olvides, 
tal vez otro día sea yo 
quien descanse sobre ti 
mi indisciplinado cansancio. 





Nená de la Torriente

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