Para
ti, agazapado,
esperando
un si,
con
un enorme no
en
tu bolsillo.
¿Por qué
querer que quieran
lo
que tú no quieres?
Tu
cuerpo de liebre
esconde
la fiereza
de
mil halcones,
pero
aún no lo sabes,
y
en tu exquisita sencillez,
la
corona de los cuatro reinos
de
la tierra.
Te
ocultas como el ojo del agua,
la
burbuja del río que ve la canoa
hundirse, o embarrancar en la orilla.
Te
disfrazas como el ojo de la tierra,
el
animal que está
para
ser proyectil sin revólver.
Te
encarnas en el ojo del huracán
y
observas y vas
y
te llevas a tu paso todo lo que quieres,
porque
sabes
que
eres de agua,
y
de tierra y de aire.
Y
lo que más escondes
es
tu fuego,
porque
a ese envite
aún
no sabes ni puedes ganarle.
Nená de la Torriente
Siempre me ensancha el ojo del agua y el de la tierra: poder ver todo lo que incansablemente nos mira.
ResponderEliminarHermosísimo lebrato que, por cierto, ¿se lo dedicas a él el poema?
Besucos.
Te ocultas como el ojo del agua: gran verso.
Me agrada que te guste trasto. El pobruco me recuerda a alguien, con él no he tenido conversa, así que no, a él no se lo dedico.
ResponderEliminarBesucos,
Není