-De la lluvia, del amor, de esas cosas-
que
sabiendo no quiere saber
y
toma prestado
los
zapatos de cenicienta,
pensando
no devolverlos nunca.
Cuando
llueva acuérdate de mí,
por
cada gota que te despeine
seré
esa incómoda humedad
que
cae cuando no la esperas,
ni
la invitas a entrar,
y
va allá donde ella quiere,
acomodándose
con una cierta
insolencia.
Porque
el cielo tiene sus reglas
y
cae cuando lo precisa,
no
cuando tú lo quieres,
él
dispone de la humedad y se alía
con
el viento,
y
va y explota sin más
sin
dar explicaciones, claro que,
tampoco
pide nada a cambio,
ni
se lleva a ningún primogénito,
ni
te promete un ‘si, y para siempre’,
ni
‘un me quedaré contigo’,
tampoco
sabes si como vino si irá.
Así
que si llega, sal,
y
deja que te empape entero,
no
hagas de tu vida
un triste paraguas roto.
Nená de la Torriente
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