sábado, 2 de junio de 2012




El poema en su identidad 
le agrada cruzar fronteras, 
no las hechas por los hombres. 
Buscan corazones de agua 
que sueñen con estrellas 
y que en su humedad sepan fulgurar 
hasta atraparlas con letras. 
Ellos mandan, 
no tienen amo,  ni patria,  ni bandera,
ni labios,  ni piel, 
ni intenciones encubiertas. 
Los poemas son dueños de sí mismos 
y vuelan solos, 
una vez que han nacido 
de cualquier vientre. 
No se sabe que rumbo toman, 
a qué ojo harán fuente, 
a qué labio levantarán mareas. 
Pero aún hay almas que se encierran 
en sus versos, 
no quieren dejarles ir, 
y hay mentes que sólo leen los versos 
como diarios de esas almas, 
equivocándose siempre. 

El poema tiene su propia identidad. 



Nená de la Torriente

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