domingo, 10 de junio de 2012




Reconocer lo rutinario 
de lo cíclico me espanta. 
El comportamiento 
before-now-after,  que 
inevitablemente se sucede de forma 
casi idéntica en las relaciones, 
es abrumador. 
Mi abuelo lo resolvía en un chiste 
muy bueno,  tanto,  como mal empieza
este poema. 
Si somos defectuosos, 
¿por qué no alternar los defectos? 
Hoy te toca a ti,  y yo te apoyo, 
mañana soy yo,  y tú me echas un cable. 
Pero no,  crujimos como un pan 
por el mismo centro, 
como si realmente existiera el azar 
-que no existe- 
para librarse de nosotros. 
¡Organización! 
Eso deberíamos decirnos,  o 
¡tiempo muerto! o ¡jhertbcjsjsagre! 
quién sabe,  quizá exista un lenguaje 
que aún desconocemos 
y que sea el ingrediente secreto del 
‘In saecula saecolurum’




Nená de la Torriente

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