Me
alborota la idea
de
meter mis manos en tu pelo,
de
colocar todos ellos en tu cara
dulcemente, cubrirla entera,
y
recorrerla como si fuera invidente
con
los ojos cerrados.
Me
alborota buscar tus labios despacito,
y
despacito y a ciegas acercar los míos,
hasta
rozarlos y reconocerlos lentamente
con
mi general al mando, la lengua.
Me
alborota que tus manos
suban
por mi cintura, tan despacio
que
casi no me de cuenta, y
que
dibujen un ocho hasta mi pecho
terminando
en la barbilla.
Me
alborota que me ataque tu boca
como
quien tiene hambre sin medida,
que
beses mi cuello, mis ojos y que grites
como
una fiera un larguísimo ‘te quiero'.
Nená de la Torriete
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