La
calle donde nací
no
la recuerdo,
pero
recuerdo el cielo
bajo
el que nació mi padre.
Iba
en el coche y chiquita
miré
por la ventanilla mucho rato
para
no olvidarlo nunca.
En
la otra punta de España
nació
mi madre, y sí recuerdo la casa,
donde
mi abuela dio a luz
a
un bebé,
con
los ojos cerrados podría dibujarla,
¡Allí, allí nació mamá!
No
creo en el destino,
sí
en las circunstancias,
ellas
son las que cruzan los caminos
sin
ningún motivo aparente,
y
Dios no va a estar jugando a los dados,
sería
un Dios poco serio, imagino.
Luego, no creo que las cosas sucedan
por
una razón,
las
razones las damos nosotros,
o
las casualidades, esa suerte de cosas
que
aparece de pronto y ya está.
Lo
que sí sé es que el que quiere ser feliz
no
espera, explora ese aire que
suena
a música de baile,
no aguarda años a que ocurra un milagro,
ni
reza a un santo
para
que le envíe entusiasmo,
se
echa la mochila al hombro
y sale a buscar su felicidad.
Nená de la Torriente
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