domingo, 3 de junio de 2012


La calle donde nací 
no la recuerdo, 
pero recuerdo el cielo 
bajo el que nació mi padre. 
Iba en el coche y chiquita 
miré por la ventanilla mucho  rato 
para no olvidarlo nunca. 
En la otra punta de España 
nació mi madre,  y sí recuerdo la casa, 
donde mi abuela dio a luz 
a un bebé, 
con los ojos cerrados podría dibujarla, 
¡Allí,  allí nació mamá! 
No creo en el destino, 
sí en las circunstancias,  
ellas son las que cruzan los caminos 
sin ningún motivo aparente, 
y Dios no va a estar jugando a los dados, 
sería un Dios poco serio,  imagino. 
Luego,  no creo que las cosas sucedan 
por una razón, 
las razones las damos nosotros, 
o las casualidades,  esa suerte de cosas 
que aparece de pronto y ya está. 
Lo que sí sé es que el que quiere ser feliz 
no espera,  explora ese aire que 
suena a música de baile, 
no aguarda años a que ocurra un milagro, 
ni reza a un santo 
para que le envíe entusiasmo, 
se echa la mochila al hombro
y sale a buscar su felicidad. 




Nená de la Torriente

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