Extraña
caracola que hoy
pareces
nacarada,
y
desapareces sin sombra.
Sales
de tu casa confiada
correteas
por mi palma
y
arrepentida, avergonzada
de
tus confidencias
te
das a la fuga.
Severino
decía:
‘No
cojas caracolas, son más bonitas
pero
huecas por dentro’
y
llenábamos la bolsa de caracoles
todos
idénticos.
Nunca
he comido caracoles,
he
hablado demasiado con ellos
no
voy a comerme a mis tertulianos,
y
menos a los vagabundos que viajan
con
la casa a cuestas,
su
esfuerzo sí que es un mérito.
Lastrar
con nuestras cosas,
las
pequeñas, las no tanto, toda una vida,
es
cargar con una cruz de dimensiones
no
siempre en proporción a nuestro peso,
y
supongo que la vida en algún momento
nos
alcanza.
Debemos
tirar lastre.
No
importa, pero no debe nacer
el
arrepentimiento.
Sonríe
de tapia en tapia de helecho,
haz
las paces con ese mundo de tierra
y
de intimidades de siembra.
Y no
te enredes más con los anillos
de
esa preciosa concha.
Nená de la Torriente
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